Bajo el Sauce: La Llave en Espiral

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(La noche donde el cielo se abrió en capas)

El día había sido festivo en su sencillez. A lo lejos, Merserac, Lúthien y Sir Giz compartían entre risas mientras preparaban choclos asados, bañados en una salsa chispeante de ajo, limón y especias. El crepitar del fuego se mezclaba con sus voces, como un coro cálido que acompañaba la tarde.

Un aroma dulce, envolvente, de flores invisibles me llamó y me llevó a buscar por el jardín. No pude distinguir de qué flores se trataba, pero me sentí hechizada, invitada a seguir ese perfume hasta el sauce llorón rizado y marmolado.

Para Aurora no era un árbol cualquiera: era la Abuela Sauce Rizel, guardiana de la alegría y la belleza, la que siempre le recordaba que estaba a su alcance, esperándola. Me senté bajo sus ramas largas, que parecían faldas verdes agitándose en el viento. Rizel murmuraba con cada ráfaga, y el aire lo traducía en un idioma que solo el corazón entiende.

Dos palomas torcazas, habitantes fieles del árbol, cantaban su dúo suave y constante, mientras mi perrito —guardián, protector y amigo fiel— se recostaba junto a mí, su respiración acompasada uniéndose a la mía. Arriba, una mariposa blanca giraba en círculos, como si bailara con el viento. Más alto aún, dos águilas volaban en espiral, majestuosas y firmes. Y como si el cielo quisiera sumarse, dos avionetas también comenzaron a girar en espiral sobre nuestras cabezas.

El cielo mismo bailaba. Las nubes se movían en direcciones contrarias hasta abrirse en distintos niveles. Capa tras capa, cada una en un color distinto, hasta que un haz de luz blanca descendió desde el norte. Cerré los ojos y sentí que Rizel me abrazaba entera. El árbol se alzaba inmenso sobre mí y coronaba mi cabeza con sus ramas rizadas, verdes y blancas, juguetonas con los rayos del sol.

Me dejé bañar por esa luz blanca que descendía como medicina, directa al centro de la Tierra. Rizel la recibía en sus raíces y luego me la entregaba a mí. Entonces sentí la necesidad de ponerme de pie. Sus ramas acariciaron mi pelo y mi rostro, como lo hacían también los rayos del sol y el aire suave. Ese instante fue importante: una comunión entre cielo, tierra y cuerpo, donde el tiempo parecía suspenderse.

Y ya entrada la noche, cuando el fuego de los choclos se había apagado y los aromas se habían mezclado con la humedad de la tierra, ocurrió lo inesperado. En el suelo, sobre la madera húmeda, descubrí a dos babosas enlazadas. Sus cuerpos brillaban plateados a la luz tenue, dibujando una danza lenta y húmeda. Se entrelazaban en espiral, dejando un rastro de plata en la oscuridad.

Me quedé mirando en silencio. Ese fue el último gesto del día: la espiral húmeda, el rastro plateado. Como si todo lo demás —Rizel, el viento, las águilas, la mariposa, las avionetas, las torcazas, las risas lejanas de los amigos, el fuego y mi perro fiel— hubiera preparado la escena para ese momento final.

El Mensaje del Dragón

Dragón:
Aurora, el espiral es tu camino. Las babosas que viste no reconocen prisa ni categorías: solo se entregan a su danza húmeda. Dejan un rastro plateado que brilla sin pedir permiso, como tus procesos creativos.

No importa lo que digan los demás. Lo sagrado está en la entrega, en permitir que la vida fluya y muestre su secreto. Al vivir el presente con esa entrega, se producen revelaciones valiosas. Y en este mes 9, bajo la influencia de eclipses, Rizel ya te mostró su medicina: cerrar con llave lo que cumplió su función y abrirte a lo nuevo con confianza.

Llave Oracular

Deja tu rastro plateado en la espiral del presente: lo que cumplió su ciclo se cierra, lo nuevo se revela cuando te entregas.

Preguntas para el lector

• ¿Qué proyecto creativo puedes retomar hoy aunque sea en un pequeño detalle?
  
  
• ¿Qué hábito, tarea o vínculo ya cumplió su función y necesita cerrarse de manera consciente?
  
  
• ¿Qué acción concreta —respirar al sol, escribir una página, sembrar una semilla— te conecta con la sensación de entrega al presente?
  
  

🌑✨ Así quedó inscrita la presencia de la Abuela Sauce Rizel y la revelación de la Llave en Espiral. Este relato cierra bajo su copa, pero abre otra puerta: la de los rectángulos verticales, esas formas que desde tablillas y monolitos hasta cartas y pantallas, nos acompañan como portales. Allí nos espera la próxima nota: La Puerta Rectangular.

Como un rastro plateado en la noche, mi camino creativo sigue desplegándose. Si lo que comparto toca tu corazón, puedes apoyar este viaje en mi Ko-fi 🌙✨ 👉 https://ko-fi.com/rominataurora

Under the Willow: The Spiral Key

(The night when the sky opened in layers)

The day had been festive in its simplicity. In the distance, Merserac, Lúthien, and Sir Giz laughed as they prepared roasted corn, bathed in a sizzling sauce of garlic, lemon, and spices. The crackling fire blended with their voices, a warm chorus accompanying the afternoon.

A sweet, enveloping fragrance of invisible flowers drew me into the garden. I couldn’t tell which blossoms carried that perfume, but it enchanted me, inviting me beneath the marbled, curly weeping willow.

For Aurora, it was no ordinary tree: it was Grandmother Willow Rizel, guardian of joy and beauty, always reminding her that she was within reach, waiting. I sat under her long branches, swaying like green skirts in the wind. Rizel whispered with every gust, and the air translated it into a language only the heart can hear.

Two doves, faithful dwellers of the tree, sang their gentle duet, while my dog —guardian, protector, loyal friend— rested by my side, his breathing merging with mine. Above me, a white butterfly circled as if dancing with the breeze. Higher still, two eagles spiraled, majestic and firm. And as if the sky itself wanted to join, two planes also began circling in spirals overhead.

The sky itself was dancing. Clouds moved in opposite directions until they opened in layers. One by one, each in a different color, until a white beam of light descended from the north. I closed my eyes and felt Rizel embracing me. The tree rose immense above me, crowning my head with curly green and white branches, playful with sunlight.

I let myself be bathed in that white light, medicine flowing straight into the Earth’s core. Rizel received it in her roots and then gifted it back to me. I stood, and her branches caressed my hair and face, like the sunrays and the breeze. That moment was important: a communion of sky, earth, and body, where time itself paused.

Later, as the fire dimmed and the scents of the day merged with the night, I saw them: two slugs entwined on damp wood. Their bodies shone silver in the faint light, weaving a slow, wet spiral, leaving behind a silver trail in the darkness.

That was the last gesture of the day: the spiral, the silver trail. As if everything else —Rizel, the wind, the eagles, the butterfly, the planes, the doves, the distant laughter of friends, the fire, and my loyal dog— had prepared the stage for that final scene.

The Spiral Key

First turn
The Key descended
when everything aligned.
The wind carried its song,
and the choir of distant stars
blended with my breath.

Second turn
The clouds responded,
drawing subtle arabesques.
Grandmother Rizel crowned my brow,
and the Earth, in silence, received
the white medicine of light.

Third turn
The spiral closed in silence,
leaving a silver trail in the night.
Key, song, and spiral:
a single movement,
opening the present as a portal.

The Dragon’s Message

Dragon:
Aurora, the spiral is your path. The slugs you saw know no rush, no categories: only their wet, slow dance. They leave behind a silver trail that shines without asking permission, just like your creative processes.

It doesn’t matter what others say. The sacred lies in surrender, in allowing life to flow and reveal its secret. By living in the present with that surrender, valuable revelations are born. And in this month 9, under the influence of eclipses, Rizel has already shown you her medicine: close with a key what has fulfilled its purpose and open to the new with trust.

Oracular Key

Leave your silver trail in the spiral of the present: what has completed its cycle closes, what is new is revealed when you surrender.

Questions for the reader

• What creative project can you pick up today, even in a small detail?
  
  
• What habit, task, or relationship has already fulfilled its role and needs to be consciously closed?
  
  
• What concrete action —breathing under the sun, writing one page, planting a seed— connects you with the feeling of surrender to the present?
  
  

🌑✨ Thus was inscribed the presence of Grandmother Willow Rizel and the revelation of the Spiral Key. This story closes under her canopy, but another door is opening: the vertical rectangles, those forms that have accompanied us from tablets and monoliths to cards and screens, as portals. That will be our next note: The Rectangular Gate.

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